En esta apretada columna trataré de definir por qué Ricardo Villalobos es tan especial dentro del mundo del clubbing y partiré por lo que me atrapó primero: su música.
Después se sacó de la manga el aclamado “Alcachofa” y con eso nos mostró que lo anterior no era suerte, sino que era lo que naturalmente le salía del alma. Ricardo es un tatita especial y espacial, y los personajes como él generan atracción. Si a eso le agregas talento, locurillas y drogas, ingredientes infaltables en la receta musical, estás encaminado a ser una leyenda.
Lo interesante de su historia es que el tipo llegó al estrellato y nunca se vendió, siguió fiel a sí mismo, no tuvo miedo de dar su propia nota, de ser realmente él, en vez de seguir modas musicales o tendencias imperantes y siguió con su cruzada de dj clásico del vinilo, sus chamánicos sets de más de 8 horas a veces y la búsqueda interminable por la pureza sonora a la hora de componer, todos elementos terminaron por encantar a un público cada vez más amplio.
Al hablar de personas carismáticas me pregunto ¿porqué nos sentimos cautivados por artistas y creadores y no por un ingeniero comercial o un político? Intuyo que los primeros nos muestran un cambio de paradigma, en cambio los segundos nos señalan un sistema viejo y podrido que muy pocos quieren seguir. Ricardo nos enseña que es posible abrirse camino en la vida con una maleta de discos bajo el brazo, en vez de estar en un trabajo esclavizante, de 9 a 6 de la tarde, bajo un foco de luz artificial.
Puras flores
Ustedes dirán que he escrito puras flores, y sí, soy un fan, pero uno con argumentos. Pues hay que reconocer que ha sido uno de los principales actores a la hora de poner a Chile en el mapa de la electrónica mundial y no sólo en el punchi punchi, también se atrevió a remezclar parte del catálogo del sello avant-garde ECM, entonces me atrevo a decir que es, dentro del género, música clásica actual. Y si Mozart o Wagner hubieran nacido en esta época serían colegas del chileno alemán.
Su pasión por la música es algo que se transmite y nosotros, desde la pista de baile, o escuchándolo en el living, se lo agradecemos infinitamente.
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